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Tiempo de desconcierto

¿Qué pasa con el hombre? Han pasado miles de años los humanos sobre la faz de la tierra produciendo como un milagro su permanencia y su desarrollo. Desde Homero, se recibieron señales que marcaron la cultura, creando dioses y fantasmas; luego, en la antigua Grecia, especialmente en Atenas, la clara mente de filósofos entregó sabiduría, como piedra basal de la cultura occidental. Se mezclaron materias, dogmas, códigos, para generar distintas culturas. Pero a pesar de todos los logros, la humanidad sigue su rumbo errático y a los tumbos.

El principio de universalización propone siempre a la persona como fin y nunca como medio, para establecer el principio de igualdad con dignidad, dando valor a todas las personas, para construir el principio de justicia y equidad. Este debe ser el objetivo, buscar el progreso científico, médico, social, laboral, a la altura de la dignidad del hombre.

Gran preocupación causa la pérdida de conciencia social, el descuido de la educación de las nuevas generaciones, que incluye el desvío de los valores y la falta de respeto social e individual.

El hombre por naturaleza es un ser social, ha creado normas de comportamiento enmarcadas, por la concepción del mundo y de la vida de cada grupo, como por sus aspiraciones materiales y espirituales. Estas normas deben ser aceptadas y cumplidas en lo posible por cada miembro de la sociedad a la que pertenece. El idioma tuvo una mudanza, a consecuencia de los cambios de costumbres. Por ejemplo, se dice “anticuada” a la mujer decente; “auténtico” al que no sabe obedecer; “buena familia” a la que tiene dinero; “criterio abierto”, cuando carece de valores; “culto” al que lee de todo; “educar” es pagar una escuela cara; “franqueza” a la grosería; “hábil” cuando engaña; “idiota” al hombre bueno; “imbécil” al que perdona; “para adultos”, espectáculos inmorales; “personalidad”, a la persona vestida en boutique; “prudencia” a la cobardía; “rehacer su vida”, cambiar de pareja; “sabe vivir”, al que malgasta el dinero; “sabrosa conversación”, a la difamación; “víctima”, mujer dedicada a la familia; todo esto muestra lo mal orientados que estamos.

El Homo sapiens diseminado por todo el planeta y donde quiera que esté inventó herramientas para atender las exigencias del medio ambiente donde le toca actuar.

La fuerza del trabajo es una mercancía. La cultura es información que se transmite y condiciona la conducta que desarrollan los individuos. Estamos en un momento excepcional de la historia de la humanidad, tanto demográfica como económicamente. Llegaremos a un desarrollo viable o nos hundiremos.

La humanidad está experimentando cambios hasta ahora desconocidos. Muchas teorías hablan de progreso continuo y de llegada de catástrofes; algunos acusan al hombre que destruye el planeta, otros que solucionarán los graves problemas ambientales; muchos alaban el avance científico, otros exaltan modos de vida más sencillos armonizados con la naturaleza; algunos no creen en el pecado ni en la vida eterna; otros, auguran el resurgimiento de las religiones; surge la pregunta: ¿Hacia dónde va la humanidad? Los resultados serán crueles, si se permite que el egoísmo, la ambición, la soberbia, la sensualidad, dominen los corazones humanos. La situación es preocupante. Las universidades del mundo deben generar conciencia crítica, con enseñanzas libres de esclavitud de ideologías.

Nos creemos más de lo que somos, pero nos estimamos menos de lo que valemos. ¿Hemos crecido en amor social o en egoísmos? Países enteros zozobran en una situación sin esperanza: hambrunas, guerras, miseria extrema.


Eduardo Ceballos.