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La construcción argentina

La Independencia Argentina, decisión tomada en el Congreso de Tucumán, el martes 9 de julio de 1816, en la casa de doña Francisca Bazán de Laguna. En una ciudad tranquila con muchos hombres de otros lugares. En 1814, el rey Fernando VII había regresado al trono de España. España quería reconquistar sus colonias. Los realistas habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohuma, y eran fuertes en el Alto Perú, actual Bolivia. Momentos difíciles.

El Congreso inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados. Varias provincias del Alto Perú, entre ellas Potosí, Cochabamaba, La Paz y Santa Cruz de la Sierra habían caído nuevamente en poder de los realistas. Empero, gracias a la Tercera Expedición auxiliadora al Alto Perú enviaron diputados Chichas, Charcas y Mizque. La Liga de los Pueblos Libres o Liga Federal, compuesta por Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán. Paraguay actuaba como estado independiente desde 1811. Los actuales territorios de la Patagonia, El Comahue y el Gran Chaco se encontraban bajo el dominio indígena, o eran territorios deshabitados.

Una de las primeras medidas del Congreso fue nombrar Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata a uno de sus diputados, el general Pueyrredón. La presión del general José de San Martín, gobernador de la intendencia de Cuyo, hizo que se iniciara la discusión sobre la Declaración de la Independencia. Cuando se declaró la Independencia, presidía el Congreso el representante de San Juan, Francisco Narciso de Laprida.

El 21 de julio de 1816 fue jurada la Independencia en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, ante la presencia del gobernador de Tucumán, el general Manuel Belgrano, el clero, comunidades religiosas y demás corporaciones.

Por Salta, participaron Mariano Boedo, vicepresidente; Dr. José Ignacio de Gorriti. El diputado y coronel José Moldes, no estuvo presente, por estar detenido en Salta. El general Martín Miguel de Gemes luchaba sin pausa contra la invasión realista.

Así fueron aquellos momentos, en que muchas voluntades trabajaron por la patria naciente, para afianzar el camino de la libertad y avanzar en un camino azul hacia la prosperidad. Sueños, luchas, desvelos para entregar a los hijos un territorio libre. Los problemas continuaron luego de la declaración de la Independencia, porque nuestra geografía era apetecible a los países poderosos. Un manojo de coraje pudo llevar a nuestra patria hacia un destino de grandeza, en un clima de austeridad, de esfuerzos y sacrificios para moldear el horizonte del futuro. Si parece ayer, que se juntaron los hombres de mi patria en una pequeña ciudad para dibujar el futuro. Gracias Tucumán, por tu generosa presencia en la historia.

Pero la lucha continúa. Para ello recordamos lo que dijo Winston Churchill en 1945: “No dejen que Argentina se convierta en potencia. Arrastrará tras ella a toda América Latina”. Su nieto homónimo Winston Churchill, ante el parlamento británico, el 21 de junio de 1982, en plena guerra de Malvinas, expresó: “A la Argentina hay que revolcarla, en el fango de la humillación”. El Tribuno el 1 de abril de 2012, recordaba este momento.

Por esto es menester seguir luchando por nuestra independencia cada día, cuidar la soberanía, proteger la identidad. Se debe recuperar la memoria de Patria, para no ser víctimas de las ambiciones de los países poderosos de la tierra, que cuentan con herramientas para gobernar sobre nuestras autoridades.


Eduardo Ceballos.